Siete falsos mitos que te impiden escribir y disminuyen tu capacidad creativa, tu espíritu y las ganas de continuar. En este post vamos para exorcizar a todos esos demonios que están en tu cabeza y obstruyen constantemente tu camino.
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Ideas que matan tu escritura
Todos tenemos en la cabeza a un hombre mezquino que constantemente nos habla de lo fácil que será fallar, las risas que se van a lanzar a nuestra costa, las pocas habilidades que tenemos para escribir, lo estúpidos que somos y esos absurdos. tramas que son nos pasan. Este hombre se alía, a veces, con las musas, esas repugnantes que nunca están cuando las necesitamos, y con seres más pequeños y malvados que resuenan en nuestras cabezas para decirnos que estamos perdiendo el tiempo en mil idiomas diferentes.
Y no les cuento nada, cuando llega el hada de la limpieza y empieza a enumerar las telarañas del techo bajo las que estamos intentando escribir y las infinitas posibilidades que tenemos de que nos coma la mierda. Todo mientras escuchamos a la lavadora quejarse amargamente de lo solitaria y abandonada que la tenemos. La ropa sucia hace los coros a cuatro voces, lo que parece difícil, pero como han perdido calcetines como aliados que salen solo por esto, tenemos el cuadro completo de la miseria.

Por si aún no tenías el cupo cubierto con todos estos bailes a tu alrededor, ahí está lo que circula por fuera de tu cabeza, los miles de absurdos consejos que recibes todos los días en cuanto miras una red social o pisa una reunión social de escritores o lo que sea. Y no te diré si se te ocurre decir que estás escribiendo.
La imagen se ve mal. En medio de tantos mitos sin sentido, estás, al borde del desarreglo mental frente a la computadora, tratando día tras día de conseguir esa historia que llevas en tu cabeza. Tienes que tener una fuerza de voluntad del tamaño de Sebastopol para poder hacerlo. Y seguro que lo tienes, además, debes aprender a reprogramar tu cerebro para no caer en el desánimo.
Entonces, para ayudar un poco, estoy aquí con esta publicación. Vamos a enviar a todos a tomar un aire fresco en 3, 2, 1… A continuación, voy a enumerar algunos de esos falsos mitos que hacen de tu vida un infierno.
7 falsos mitos que te impiden escribir bien y como exorcizarlos
Hoy no tengo inspiración, no lo voy a hacer bien.
Este es el pensamiento más recurrente de un escritor. Nunca piensas que lo vas a hacer bien. Y es una buena señal. Significa que te tomas tu trabajo en serio y quieres hacer tu mejor esfuerzo. Eso es genial, pero no pierdas la perspectiva. Hasta que empieces a escribir, no lo sabrás. Quizás hoy es el día en que cortas esa escena, puede ser que ese personaje que hoy te resistió fluya … Todo lo que tienes que hacer es dejar la mente en blanco por un segundo, amordazar al hombre que grita y ponerte manos a la obra. Punto.
Escribir está sentado continuamente frente a la computadora.
Error, escribir es tener un horario claro y conciso, acorde a nuestras necesidades diarias, que nos permita vivir y disfrutar; trabajan (pocos se ganan la vida escribiendo) y practican deportes con regularidad. Aunque la tendencia te lleva a ser un ratón de biblioteca y la escritura implica el cierre ocasional del mundanal ruido, ese no puede ser el tónico. Si no vives, no escribirás bien. No tendrás referencias, no conocerás personalidades distintas, no sabrás resolver muchas escenas. Lo primero que tiene que hacer un escritor es vivir.
Ahora viene cuando alguien dice que qué tontería, Pepito Pérez, que le dieron el premio Nobel, no salió de su casa … Está bien, sí, puede ser, siempre hay una excepción que confirma la regla.
Además, y esto no va a salir, o no siempre, si no haces deporte, tu espalda se unirá al coro de dolientes que tienes en casa, que puede ser peor que los calcetines perdidos, vamos, yo no. Tengo que decírtelo. Nada, que si no haces ejercicio seguro que ya lo tendrás en pie de guerra. Entonces en un cuerpo sano Debe haber una variable más en la ecuación para poder escribir con concentración.
Si leo mientras escribo, vicio mi estilo
Dios mío, mátame camión. Esto es tan absurdo que cuando lo escucho (y lo escucho con demasiada frecuencia), se me ponen los pelos de punta y ni siquiera te lo cuento.
He venido a leer post, que no voy a poner aquí por modestia y educación, diciendo que leer no ayuda para nada a escribir bien. Luego se me cae la cabeza y me toma media hora volver a ponérmelo.

Lee hasta quedarte agotado, abofetea a ese elfo que repite que estás perdiendo el tiempo, que te vas a volver adicto, que no vas a poder tener estilo … Cuanto más lees: bueno, malo y regular, el mejor sabrás cómo identificar tu estilo y cuándo lo estás haciendo bien
Debes contar tu historia, como te gustaría leerla. La mejor forma posible. Cuanto más lea, más herramientas tendrá para hacerlo.
No te confundas con tener tu propio estilo, preocúpate por escribir bien, de forma concisa, con una buena selección de palabras. Dale al lector esa experiencia de lectura flotante y tendrás tu estilo.
Tengo que saber rápidamente si esto es de alguna utilidad.
Estás escribiendo, ya tienes casi la mitad del libro, el hombre barrigón empieza a gritar en tu cabeza día tras día, diciéndote que estás haciendo la canela. Hay miles de obras que nadie lee, muchos escritores que, como tú, producen enormes cantidades de libros, pues, estás perdiendo el tiempo. En tu cabeza comienza a surgir la duda razonable sobre si ese espantoso hombre tiene razón. Entonces, te pones en modo loco y comienzas a contactar con cualquier servicio que se te presente que pueda sacarte de dudas.
Envía un correo solicitando presupuestos para que alguien valore el trabajo, incluso si solo está a medio hacer. Resultado: pierdes el dinero que inviertes y con un poco de mala suerte hasta que quieras terminar. Un trabajo a medio hacer no se puede valorar. Estás en un momento delicado y una mala valoración puede hacerte dejarlo o, peor, que desfigures esa hermosa idea que tienes en la cabeza. Lo que tienes que hacer es intentar capturarlo de la mejor manera posible y, luego, se verá. Carpe Diem.
Es más, llegará el momento de pedir opinión y este momento seguirá siendo delicado y tendrás que pensar detenidamente a quién preguntar.

Los editores y correctores de pruebas son mis enemigos
¡Bendito señor! ¡Ayudarnos! Si lo que necesitas es el alma de un lanzador para ser corregido, cuanto más mejor. Se utiliza un editor para hacer brillar todos esos diamantes en bruto que ni siquiera habías notado.
Una obra se convierte en maestra sólo en corrección. Una corriente de aire puede tener mucho olor, pero la mayor parte será detritus, por tanto vómito. Esa es la realidad. Una goma de borrar necesita pulirse mucho.
Un profesional nunca desfigurará tu texto, si luego de su explicación o corrección consideras que está mejor como lo tenías antes, serás libre de dejarlo así, pero su ayuda y experiencia harán que tu trabajo se potencie al máximo. Si renuncias a ellos, engrosarás las listas de libros que caen por la ventana mental del lector hasta un pozo sin fondo que sí tiene un nombre: bote de basura.
Mis amigos son mis lectores cero
Ya sé que cuesta gastar el dinero en un lector cero profesional y ni te lo diré en un editor para ayudarte a mejorar el trabajo. Lo sé, pero necesitas esa ayuda. Nadie es capaz de hacerlo solo. Los buenos libros son fruto de una sucesión de profesionales que comienza con un gran escritor.
Por lo tanto, enviar el texto a todos tus amigos y conocidos puede servir como una lluvia de ideas inicial. No digo que no, pero les costará argumentar de manera sólida por qué no les gusta algo (si son capaces de decírtelo, después de ver que no has salido en los últimos meses por dedicar todo tu tiempo libre para la novela). Por mucho que lean, si no se dedican a esto, será difícil que te ayuden más allá de lo obvio.
Muchos tienen la solución: enviar una eterna sucesión de preguntas a sus cero lectores. Piensan que así les costará menos armar un argumento lo más profesional posible, pero… Hay un pero muy grande. Casi tanto como nuestro amigo barrigudo. Un lector cero consiste en ponerse en la piel del lector, sin ningún tipo de orientación, tal y como hará cuando se publique el libro. Una serie de preguntas, que para empeorar las cosas ha sido diseñada por el propio autor, siempre estarán sesgadas.
Primero, fijarán su atención en tus preguntas, ya que eres el autor y no tienes idea de dónde están los errores… ¿Cuál crees que será el resultado?
En segundo lugar, ¿cree que se tomarán el tiempo para discutir con usted esa interminable sucesión de preguntas? ¿Sabes cuánto tiempo lleva leer un manuscrito con tanta atención y cuidado?
Creo que si responde a estas preguntas, sabrá por qué no aconsejo guiar a sus propios lectores cero. Aparte de que, por supuesto, no son profesionales (a nadie se le ocurriría tirarle ese hilo a un profesional). Es una forma de exprimirlos que no suele dar los mejores resultados. En el caso de que sigas pensando que tus amigos y conocidos se convertirán en cero lectores, déjalos a su libre albedrío y deja que cada uno te dé su opinión (sincera o no).
Me copian las tramas
Típico de los talleres de escritura, no voy a compartir con el resto la idea que tengo en la cabeza de que hay mucha gente aquí y lo mismo está copiado de mi súper trama. ¡Señor, llévame pronto! En el caso de que sea una maravilla de la historia, que puede ser, no lo dudo, nadie podrá escribirla como tú lo harías. Es tu historia, tu idea, solo tú puedes hacerlo así.
Y además, en el caso de que alguien se atreva a copiarte, piensa que no importa lo que se cuente, sino cómo se cuente, para que te olvides de ese absurdo prejuicio.

«Cálmate, no nos pasa nada.»
—Eso no está pasando, dice, ¿ves ese rubio? Ese copia mi idea… ¡No puedo!
En un brainstorming con otros como tú, tu historia se puede enriquecer al máximo, contarás con los consejos del profesor del taller o de personas que quizás controlen más que tú de la escritura y, quién sabe, cuando menos te lo esperes un Un detalle sin importancia que alguien te aporta puede enriquecer esa trama hasta límites insospechados. Entonces si has invertido el dinero en un taller, fluye, absorbe, cuenta y vive la experiencia sin ataduras.
Y hasta aquí esta sucesión de ideas absurdas que se nos mete en la cabeza en medio del proceso creativo. Los peores demonios de un escritor están dentro de él, le impiden seguir adelante. La confianza en uno mismo es la primera y más valiosa de las virtudes que sustenta a un escritor. Y, lo más importante, estos mitos minan la paciencia, imprescindible para aguantar la carrera de larga distancia que supone escribir un libro.
Seguro que conoces más mitos, por eso te invito a completar este artículo. ¡Vamos, ayúdame con eso! ¡Ah, y empieza a escribir, ahora!